viernes, 30 de octubre de 2009

No soy tu princesa.

Me despiertan los berridos del niño del vecino que me taladran la cabeza. “Buenos días a ti también” pienso mientras me incorporo en la cama. Me pongo de pie y me mareo. La cabeza me duele y me vuelvo a sentar. Sigo borracha, joder. Tardo unos segundos en darme cuenta de que hay algo extraño en la escena. Yo no tengo vecinos con niños. Esta no es mi habitación aunque ya me la conozca. Voy desnuda. “Mierda”, pienso, “otra vez no”, digo en voz baja mientras giro lentamente la cabeza en busca de ese cuerpo desnudo que confirme mis peores sospechas. No hay nadie, pero lo ha habido, desde luego. Me visto. Me falta un pendiente. Miro hacia la cama para ver si lo veo y me encuentro una rosa en la almohada de al lado. Las espinas de esa rosa se me clavan en lo que un día fue mi corazón. Niego con la cabeza espantando pensamientos y rebusco en la cama pero no encuentro mi pendiente. Joder, son mis favoritos. Doy un repaso a la habitación comprobando que no me dejo nada, me quedo junto a la puerta del cuarto y escucho el silencio de la casa. No hay nadie pero salgo despacio y sin hacer ruido. Camino de la puerta paso delante del salón, huele bien, a café recién hecho. Me asomo y no veo a nadie pero la mesa está lista para desayunar, con otra rosa encima de uno de los platos y una nota. Me acerco. Veo mi pendiente y cojo la nota: “Se te había caído al dormir, vuelvo en seguida, he bajado a la panadería a por un par de croissants”. No me jodas, chaval, no seas así, no me quieras, no quieras ser el príncipe azul que viene en su corcel blanco a rescatar a la doncella en apuros. Trátame mal, como lo hago yo, ¿no ves que no me lo merezco?, ¿no ves que no lo quiero?, ¿no ves que no te convengo? Sigo leyendo: “No vuelvas a irte, no me hagas volver a rescatarte en ese bar, deja que te llame y te vaya a buscar, tengo preparada una…”. Dejo de leer. Cojo mi pendiente, me lo pongo y salgo por la puerta. Camino del metro fumándome un piti me odio a mí y al alcohol y a ese complejo de salvador que tienes. Se me escapan un par de lágrimas, una por ti, por ser tan tonto, y otra por mí, por hacerte daño para perderte porque estoy asustada. Lo que queda de mi corazón no soportaría otra derrota, prefiero huir. En medio del paso de peatones me paro. Me pitan. Me da igual.

- ¡Taxi!

No tengo ganas de coger el metro y enfrentarme a las miradas despectivas de desconocidos. Ni siquiera soy capaz de soportar mi propio reflejo en los escaparates. No soy tu princesa, amor, soy una cobarde, un alma en pena y no, ni quiero ni puedes curarme.
©AC

lunes, 12 de octubre de 2009

Octubre.

En el móvil tengo de pantalla principal una foto de mi Avi trabajando en su estudio de arquitectura. Es una foto en blanco y negro. Cada vez que la miro recuerdo todas las historias sobre él que me contó mi Abá, mi Abaíta de mis amores. Mi ratulinet. Cómo te echo de menos, puñeterota. En especial recuerdo el día en el que mi ratulinet me contó cómo el Avi le pidió que se casara con él. Me contó que el Avi prácticamente había crecido con ella. Que su padre le había considerado un hijo más. Que su padre le daba clases a cambio de que le ayudara a hacer cosas (no recuerdo bien los detalles, ella sí los recordaba perfectamete). [Qué raro es hablar de ella en pasado.] Me contó que durante la guerra su padre les hacía rezar por todos los suyos y por el Avi. Me contó que el Avi un día empezó a decirle “En octubre hará un año”. Me contó que ella le preguntaba de qué hablaba y que él entonces la miraba con esos ojitos azules de pillo, que le sonreía y que le volvía a decir “En octubre hará un año”.
Por fín llegó octubre y mi Abá, mi Abaíta de mis amores, como era poco curiosa, tardó en preguntarle al joven rubio de ojos azules qué era lo que celebraba su primer aniversario en ese mes de octubre. El Avi entonces se giró, la miró y le dijo: “Este octubre hace un año del momento en el que me enamoré de ti”.

Ese octubre hizo un año.

Este octubre hace un año.

©AC

martes, 6 de octubre de 2009

Lealtad.

El rasgo más importante de una persona para mí.

Qué difícil se me está haciendo encontrarlo hoy en día.

¡Lástima!

©AC