viernes, 19 de noviembre de 2010

Un lunes sin ti es otro día de silencio.

La puerta de la nevera es una sopa de letras y palabras. Fue uno de los regalos más tontos de los Reyes y el que más le gustó. A ella y a todos los invitados de la casa que a cada visita dejaban su frase. Cada vez que alguien pasaba por delante de la nevera se paraba a jugar con las palabras imantadas intentando juntar palabras con cierto sentido. El resultado, evidentemente, de lo más variado: “www.bocadillosatisfecho.com”, “a menudo soy insoportablemente perfecto”, “me gustan tus pantalones”, “mi primo es idiota”, “viva la anarquía”, “quiero cerveza”… Todas aquellas frases iban y venían, frases que unos componían y otros mutilaban para crear una nueva. Pero había una que no se podía tocar. Una frase que ella le escribió a modo de disculpa cuando él no volvió hasta el martes tras discutir el sábado por la noche. Había quitado todos los imanes de la nevera y, ahí, en el centro de la puerta, estaba la frase:

Un lunes sin ti es otro día de silencio.


Palabras como dagas directas al corazón desde una garganta abrasada por el dolor. Desde entonces, esa frase presidía la nevera como recordatorio. Desde entonces, las discusiones nunca fueron iguales. En el momento en el que empezaba a temblar el corazón, uno de los dos decía “lunes” y todo acababa. Poco a poco, alrededor de ellas, claro está, las visitas siguieron dejando sus poéticas frases, pero esa era intocable.

Al llegar esa noche a casa después de ver el partido del sábado con unos amigos, se dio cuenta de que ella no estaba y se extrañó, la llamó y no cogió el teléfono. Volvió a llamar sin obtener respuesta. Tras lavarse los dientes recordó que había quedado a cenar con sus amigas en una de sus “noches de chicas”. Al meterse en la cama le mandó un SMS: “Me voy a dormir ya, peque. Pásalo bien y ten cuidado con el coche. Despiértame cuando llegues. Ya he recogido tu vestido de la tintorería. Tq”.
Le despertó el sonido del móvil. Miró el reloj, eran las 3. Era un mensaje de Adriana: “Todo bien. Me quedo a dormir en casa de Marta, no la puedo dejar sola hoy, ya sabes lo de su divorcio. Mña nos vemos. Tq”.

Se despertó el domingo a las 10’30, bajó a por el pan y el periódico y al llegar a casa se preparó un café solo mientras se tostaba el pan al fuego. Trituró un poco de tomate, quitó las tostadas del fuego y fue a la nevera a por el jamón. Se paró y buscó las palabras que tenía en mente, no las encontró pero soltó una sonora carcajada al leer el “pin, pan, pum” que sólo podía haber escrito Jaime. Se sentó en la mesa de comedor, echó aceite a las tostadas con tomate y jamón y se puso a leer el periódico. Estuvo leyendo hasta las 14, el periódico del domingo siempre viene con muchos suplementos y, como nadie le veía, estuvo hojeando el catálogo de juguetes, como hacía desde que era pequeño siempre que estaba a punto de llegar la Navidad.

Preparó comida para uno, Adriana le había mandado otro SMS diciéndole que se quedaba con Marta hasta las 8 de la tarde cuando le haría el relevo Sonia, no querían que se quedara sola.

Después de comer un buen plato de risotto con champiñones (de sobre, claro), se echó en el sofá una siesta corta, porque había quedado a ver el derby madrileño del domingo. Se levantó, se duchó, y fue al cuarto a vestirse. Hizo la cama y vio en el sofá el vestido azul de Adriana. Sonrió. Era el vestido que llevaba el día que se conocieron. Era su vestido favorito, de él y de ella.

Al volver a casa a las 11, Adriana todavía no había llegado. Supuso que se les habrían complicado las cosas con Marta. “Una emergencia”, como ella solía decir. Como iba con sueño por las cervezas que se habían tomado viendo el partido, se quedó dormido rápidamente.

Le despertó el sonido del móvil. Miró el reloj, eran las 2. Era el número de Adriana:
- Hola, peque, ¿dónde andas?
- Buenas noches, ¿es usted Pedro? – dijo la voz de un hombre.
- Sí – dijo incorporándose en la cama.
- ¿Pedro Álvarez?
- Sí, soy yo. ¿Quién es? ¿Qué pasa?
- Mire, le llamo porque acabamos de ingresar a Adriana Prior y usted es el número de contacto para emergencias que tiene en el móvil.
- No, no puede ser, tiene que haber un error.
- ¿No es su mujer?
- Sí lo es. ¿Está bien? ¿Qué le ha pasado?
- Tiene que venir al hospital lo antes posible. Está ingresada en el Hospital Universitario Jiménez Pastor.
En la radio, suenan las señales horarias. El locutor se aclara la garganta y empieza a dar el resumen de las noticias del fin de semana:

- Buenos días, son las 7’30 de la mañana. Barack Obama, presidente de los Estados Unidos, visitó ayer por sorpresa a las tropas americanas en Afganistán. En la rueda de prensa insistió en lo fundamental de la victoria de las tropas de la OTAN en ese país tanto para la estabilidad de la zona como para la seguridad mundial. La otra gran noticia internacional es el rescate financiero a la banca irlandesa que está lastrando los resultados de nuestro mercado. En cuanto a noticias nacionales, seguimos con la nube de protestas provocadas por las indefendibles declaraciones que se han dado en la campaña electoral catalana y en ciertas mesas redondas de tertulianos. Seguimos, además, con el trágico goteo de muertes en la carretera. Tres mujeres de entre 28 y 35 años han muerto esta madrugada en un accidente de coche al chocar frontalmente con otro vehículo que circulaba en dirección contraria. El conductor ha resultado herido y triplicaba la tasa de alcoholemia permitida. Y ya son 137 personas las que han perdido la vida en las carreteras en lo que va de año. Y, ahora, las noticias locales con la situación del tráfico y la predicción del tiempo para hoy.
Al mismo tiempo Claudia abría la puerta de casa de su hermano. Condujo al fantasma hasta la cama, fue a la cocina a por un Lexatin y un vaso de agua. Al llegar a la habitación vio a Pedro petrificado en la puerta mirando un vestido azul que había encima del sofá. Se acercó a él y le cogió la mano. Estaba temblando. Le llevó hasta la cama, le desvistió, le dio las pastillas y le acostó. Pedro le pidió que le acercara el vestido azul.

Se durmió abrazado a él.
La despertó el ruido de un vaso rompiéndose contra el suelo y unos sollozos que venían de la cocina. Sobresaltada, se levantó del sofá del salón y fue corriendo hacia allí. Se encontró a Pedro apoyado en la puerta de la nevera, todavía más pálido que antes de dormir. Se giró al oírla llegar y le dijo:

- Hoy es lunes, Clau.
- Sí, hoy es lunes.
- No, Claudia, no lo entiendes. Hoy es lunes y todo está en silencio.


AC

jueves, 11 de noviembre de 2010

Sigo caminando.

Tras estas semanas de desconexión, vuelvo. Poco a poco, pero vuelvo. Sigo aquí, tras unas semanas en las que he estado analizándome y analizando los resultados de ese escáner exhaustivo. Todavía no sé si he llegado a alguna conclusión, cosa que me hace pensar que no lo he conseguido. Miento. He llegado a ciertas conclusiones, pero como no me acaban de gustar, prefiero pensar que me estoy equivocando en el análisis de los datos (aunque sé perfectamente que no lo hago - curioso lo de engañarse a una misma -). Así que aquí estoy, flotando en una nebulosa, dejándome llevar por la corriente, intentando no pensar demasiado porque me agota y me agobia, centrándome en temas que me apasionan y mantienen mi mente ocupada y mi corazón anestesiado.

Pese a todo, no me rindo. Veo la luz al final del túnel y sigo teniendo fe, eso no me lo quitará nadie nunca.

Como dijo la viuda de Marcelino Camacho en el acto de homenaje-despedida en el centro de Madrid:

Cuando uno cae, se levanta y sigue adelante.

Caí, me lenvanté, y, por fín, con la ayuda de mi fisio, ya casi no cojeo.

Pronto, más relatos.
Mai.