caprichosa, siempre.
Vienes y vas,
te muestras y escondes.
Me abrazas,
me amas,
me anestesias,
me revives.
Y sin más, te vas.
Tú,
caprichosa, siempre.
Sé que no eres sólo mía,
pero siempre vuelves,
inesperada,
ávida de atención.
Me asaltas en cualquier momento,
en cualquier lugar.
No importa que no te pueda atender.
Consigues que lo deje todo
para besarte y no dejarte escapar.
Porque si no lo hago, te vas.
Tú,
caprichosa, siempre.
Me abandono a ti.
Sólo entonces me deseas,
me invades.
Entras en mí,
violenta,
desesperada.
Me elevas hasta el infinito,
me haces sentir inmortal.
Y sin más, te vas.
Tú,
caprichosa, siempre.
Huyes cuando me has dejado sin respiración,
cuando me has dejado exhausto,
cuando quiero hacerte mía.
Huyes cuando me he acostumbrado a tu compañía.
Nunca quieres quedarte,
otros brazos te esperan.
Así que te vas.
Tú,
caprichosa, siempre.
Me abandonas por otros.
Lo sé,
lo sabía antes de conocerte.
Pero cada vez
me dejas huérfano y desorientado,
sin saber qué pensar
ni cómo reaccionar.
Porque cuando te adoro, te vas.
Tú,
caprichosa, siempre.
Que te vas para que me desespere,
te llore y te anhele.
Te pienso día y noche.
Te busco en cada sombra,
en cada esquina,
en cada anochecer.
Pero no estás.
Te siento y me esquivas.
Y vuelvo a la espiral.
Y cuando me voy a ahogar, apareces.
Y me coges de la mano,
y me rescatas,
y me sonríes,
y me amas,
y me revives...
Y todo vuelve a empezar.
Y vuelves.
Y te vas.
Tú,
caprichosa, siempre.
Tú,
caprichosa inspiración,
que vienes y vas.
AC
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