sábado, 21 de noviembre de 2009

Jarrones rotos.

Una mañana más despertándome con dolor de cabeza y un extraño entre las sábanas. Joder, parece mentira, no aprendo. Desde que me fui de casa dando un portazo pese a que tú no estabas para oírlo espero que me encuentres ahogando mi pena en la barra de un bar. Por mucho que mire el teléfono no me llamas y yo me vengo de ti en labios que saben a cenicero y amargura, en brazos torpes y toscos que no me conocen ni me quieren. Pero ya he aprendido a aturdir mi conciencia con un par de absoluts y unas caladas de algo, es lo único que me queda porque ya no me quedan lágrimas que derramar por ti, ya no me puedes hacer daño porque no queda nada que herir. Sólo queda lo que ven, un recipiente vacío, roto y remendado para mantenerse en pie y para que al menos se pueda decir de él que es eso, un recipiente maltrecho y no uno hecho añicos en el suelo.
©AC

No hay comentarios:

Publicar un comentario