Estás ahí, tirada en el suelo del salón.
Te has quitado las gafas para estar más cómoda.
Llevas tendida ahí diez minutos al ritmo de los espasmos.
Te retuerces, buscas a bocanadas un poco de aire.
La cara contra la alfombra y sin las gafas, nada te puede distraer.
Estás ahí, tirada en suelo del salón,
con la cara empapada por las lágrimas,
vomitando un poco de dolor.
AC
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