lunes, 12 de octubre de 2009

Octubre.

En el móvil tengo de pantalla principal una foto de mi Avi trabajando en su estudio de arquitectura. Es una foto en blanco y negro. Cada vez que la miro recuerdo todas las historias sobre él que me contó mi Abá, mi Abaíta de mis amores. Mi ratulinet. Cómo te echo de menos, puñeterota. En especial recuerdo el día en el que mi ratulinet me contó cómo el Avi le pidió que se casara con él. Me contó que el Avi prácticamente había crecido con ella. Que su padre le había considerado un hijo más. Que su padre le daba clases a cambio de que le ayudara a hacer cosas (no recuerdo bien los detalles, ella sí los recordaba perfectamete). [Qué raro es hablar de ella en pasado.] Me contó que durante la guerra su padre les hacía rezar por todos los suyos y por el Avi. Me contó que el Avi un día empezó a decirle “En octubre hará un año”. Me contó que ella le preguntaba de qué hablaba y que él entonces la miraba con esos ojitos azules de pillo, que le sonreía y que le volvía a decir “En octubre hará un año”.
Por fín llegó octubre y mi Abá, mi Abaíta de mis amores, como era poco curiosa, tardó en preguntarle al joven rubio de ojos azules qué era lo que celebraba su primer aniversario en ese mes de octubre. El Avi entonces se giró, la miró y le dijo: “Este octubre hace un año del momento en el que me enamoré de ti”.

Ese octubre hizo un año.

Este octubre hace un año.

©AC

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