Reconozco tu silueta.
Reconoces mi risa.
Reconozco tus andares.
Reconoces mi perfume.
Llegados a un punto en el que hay que ir a por todo o dejarlo ir, parece que has elegido lo segundo y yo, la verdad, no entiendo por qué me sorprende si nunca llegué a esperar nada más de ti.
©AC
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