sábado, 20 de marzo de 2010

Dejadnos solas.

Camino sin rumbo. Camino por las calles de Madrid en un anochecer frío y oscuro. Camino, llevo horas caminando. Sólo necesito una botella de agua helada por la temperatura ambiente. Camino, llevo horas caminando. Lo observo todo. Lo escaneo todo. Lo que menos me interesan son las personas que me cruzo. Camino, llevo horas caminando. Sin pensar. No quiero pensar. Sólo existe el presente. No hay pasado, no hay futuro. Uno son recuerdos y experiencias, lo otro son sueños y expectativas. Sólo el presente. Sólo el frío en la cara. Sólo el viento que baila con mi abrigo. Sólo presente, como los animales. Lo que cuenta es el ahora, y ahora quiero caminar. Ahora quiero sentir el latido de mi corazón. Ahora quiero oír el sonido de mi respiración. Sorprendentemente, lo que me tranquiliza durante mi paseo no son las personas (ellas me ponen nerviosa, me hacen pensar, echan sal a las heridas), lo que me tranquiliza es lo que no tiene sentimientos. Me tranquilizan las luces de la ciudad, sus ruidos, sus edificios, su hormigón y sus ladrillos. Sólo quiero caminar, no quiero nada más. Dejadme sola con Madrid. Ella me quiere, ella me entiende, ella me escucha, ella se adapta a mi estado de ánimo. Dejadme sola. Dejadnos solas…, pero no apaguéis las luces al iros.
©AC

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