miércoles, 15 de julio de 2009

¡Bruja!

Ahora mismo acaba de entrar en mi vagón de metro una mujer pelirrojísima y, de repente, no sé muy bien por qué, me ha venido a la mente la caza de brujas. Antes, ser pelirrojo significaba ser maligno, haber tenido contactos con el Diablo o tener algo que ver con él. Ella lleva una camiseta azul oscuro sin mangas, enseñando sus hermosos brazos, y lleva un pantalón muy ajustado (¡Qué osadía! ¿Así cómo va a pasar inadvertida? ¡Cómo se nota que ya nadie la persigue!). Pero, sobre todo, tiene los ojos muy metidos en la cara y una nariz muy puntiaguda, una nariz aguileña. La verdad es que es facilísimo imaginársela vestida de negro, con el sombrero de punta, la verruga en la nariz, la piel verde y el pelo zarrapastroso delante de un caldero hirviendo (¡Cuantísimo estereotipo junto!)

Me acaba de mirar y se ha sentado a mi lado. Tengo miedo. Sabe que la he descubierto. Menos mal que hay mucha gente en el vagón conmigo, así que estoy a salvo... O quizás no.

Acabo de ver que está leyendo un libro que se titula "Cómo defenderse de los ataques verbales". Después de todo, ni mi bruja es tan valiente ni si persecución ha terminado.

Ya no me das miedo, ¿bruja?

©AC

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