martes, 25 de agosto de 2009

Pequeños grandes placeres.

¿No os pasa que a veces estáis tan bien que desearíais parar el tiempo?

Mi primer pequeño placer es veraniego ahora que estamos en temporada

Flotar en el agua del mar, sintiendo el sol y oyendo las piedras del fondo que se mueven al compás de las olas, abrir los ojos y ver un cielo de un azul inmenso, sin una nube, mirar a la orilla, y ver palmeras.

Esto es vida, señores.

©AC

lunes, 24 de agosto de 2009

La perspectiva que da el tiempo.

La última vez que pasé por la Plaza del Liceo fue un día después de que los terminales hubieran celebrado su Monôme. Monôme '09. El mío fue el '04. 5 años. Madre mía. Cada vez que paso por la puerta 4 y veo a los terminales, los veo cada vez más pequeños. Es algo que me choca porque cuando éramos terminales nos sentíamos mayores e importantes. No es que los terminales sean ahora más pequeños por defecto de fábrica, soy yo que me hago mayor. 5 años después ya tengo mi carrera. Qué vertigo, ¡Dios mío! Quién le iba a decir a la profe que me quería hacer repetir por ser lenta leyendo que iba a ser traductora e intérprete. Las vueltas que da la vida, ¿no?
©AC

miércoles, 12 de agosto de 2009

Me voy.

Me voy a la playa unos días (no sé cuántos porque no depende de mí), a ver si con la infinidad del mar me tranquilizo un poco y se me pasa tanta rayada mental. Sed buenos y disfrutad del verano, que todos nos merecemos echarnos siestas de 3 horas.
©AC

Nostalgia made in LFM.

A mis 22 años y con mi carrera recién salida del horno puedo decir que, con la mirada que tengo últimamente, la época que más echo de menos es cuando estuve en el Liceo. Sobre todo el último año, el de Terminale. Sí. Suena a enfermedad terminal, es lo que tiene el Liceo Francés, mucho humor inglés.
El caso es que pagaría por estar una semana entre esas paredes de hormigón, con el horario del último curso, con mis profesores del último curso y con mis compañeros de clase del último curso. Con todos, porque era el encanto de la clase, pero sobre todo con el grupo aquél de los de “la rangée du fond”. Estaban el gabacho, el filipino y el japonés (mis tres mosqueteros), La Joland, Sonia, Mike, Paul y yo. Qué risas nos echábamos, madre mía. Recuerdo el día aquél que un profesor me hizo leer en voz alta así que tuve que intentar leer mientras me movían el libro y me lo intentaban quitar, mientras el de atrás me empujaba la silla contra la mesa y el de delante empujaba la mesa contra la silla para que no pudiera respirar, en ese momento cogí y empujé la silla del de delante con el pie para que me dejara en paz y el de su lado me cogió el pie y me quitó el zapato, zapato que acabó en la mesa del profesor (5 filas más allá). Y al acabar de leer, me levanté toda digna yo, sin un zapato, y recorrí todo el aula medio descalza hasta la pizarra para recuperarlo ante la mirada estupefacta del profesor y las carcajadas de los demás.
Esto (lo de volver una semana al cole) se lo comenté el otro día al japonés por teléfono cuando me llamó, no pareció hacerle especial ilusión (creo que estaba más pendiente de otra cosa y en ese momento puso el piloto automático).
Después se lo comenté al gabacho y me dijo, puf, no sé, yo no sería capaz de volver ahí y estudiar. ¿Quién ha dicho nada de estudiar?, le dije. Rió. Lo que yo he dicho es volver a estar juntos en clase y rememorar los viejos tiempos. Ya, tronca, pero nos echarían de clase a los cinco minutos. ¿Y cuál es el problema?, contesté yo. Carcajadas.

Ay… Nostálgica a los 22. Nostálgica del Liceo y eso que acabé hasta los mismísimos de él y del Bac de las narices. Nostálgica de aquello. Manda huevos. Un vrai truc de oufs, quoi.
©AC

martes, 11 de agosto de 2009

¿Y ahora qué vas a hacer?

No deberíamos tener tanta prisa por acabar la carrera y ser adultos, joder. Ser un estudiante responsable te lleva a ser adulto a los 22 y es una mierda en estado puro, que lo siguiente que ves es un curro, una pareja y mocosos berreando. Ahora que he acabado todo el mundo me mira con esa cara de compasión mientras me preguntan "¿Y ahora qué vas a hacer?". Y a ti qué coño te importa, me entran ganas de preguntar a mí, en vez de eso contesto educadamente con un “No lo sé, no lo tengo muy claro, la verdad”. Ah, pero si traductores necesitan en todas partes, haya crisis o no la gente se tiene que comunicar. Oh, gracias por descubrirme América, tronco, pienso, me estoy empezando a calentar pero vuelve a salir la persona educada que llevo dentro “Ya bueno, pero ahora mismo no me veo traduciendo 8 horas al día, por el momento no quiero tener nada que ver con mi carrera”. Y responden con un escueto “Ah” y con esa cara que mezcla la pena y la compasión con la mirada de “eres un deshecho y un fracaso”. Vete a la mierda, coño, y deja de mirarme como si fueras superior, no te las des de inteligente, que no hace falta ser un lumbreras para sacarse Derecho.
©AC

lunes, 10 de agosto de 2009

Tormentas de una noche de verano.

Es curioso cómo durante todo el año estamos deseando que llegue el verano para disfrutar del buen tiempo y cuando luego llega nos quejamos del calor y deseamos vernos envueltos en una manta en el sofá de casa resguardados del frío del invierno. Hoy sopla fuerte el viento en Madrid. Sopla el viento y bajan las temperaturas. Sopla el viento, bajan las temperaturas y el aire huele a lluvia y a tormenta de verano. Una tormenta de verano que me permitirá quedarme en casa con un jersey gordo gigante mientras miro desde la terraza los dibujos esqueléticos de los rayos en el cielo. Una tormenta de verano que, con sus truenos y sus relámpagos desfragmentando el cielo, parece una radiografía de mi mente. Me gusta esta tormenta de verano, me tranquiliza, me tranquiliza ver que en el mundo no todo es perfecto (en principio, una noche de verano es una cálida que te permite estar fuera hasta el día siguiente). Aunque, la verdad, esa tormenta de verano a mí me parece perfecta porque refleja perfectamente mi estado de ánimo y porque nos hace compañía a mí y a mi tormenta interior.
©AC

domingo, 9 de agosto de 2009

A la horca.

Odio que me cobren 30 pavos por unos zapatos que en la tienda son preciosos y comodísimos y que luego cuando me los pongo me dejan los pies como salidos de una carnicería
Panda de estafadores...deberían enviaros a la horca a todos.
©AC

viernes, 7 de agosto de 2009

Olor a tinta.






Cómo me gusta pasear por el barrio de Salamanca con mi ejemplar de EL PAÍS bajo el brazo y tomarme un café en una de sus terracitas devorando todo lo que me cuenta, saboreando cada palabra.




Bendita imprenta.
©AC

jueves, 6 de agosto de 2009

Mi propio desembarco.


Siempre he pensado que el día D, el día del desembarco de las tropas aliadas en Normandía, fue el día más importante de la Segunda Guerra Mundial. Fue un día que costó años planificar y en el que, como siempre, no todo sucedió como se había planeado.

La foto que véis es probablemente la más conocida del día del desembarco. La tomó Robert Capa para la revista Life. La hizo bajo el fuego enemigo mientras las tropas de asalto se enfrentaban a los obstáculos y a la fuerte marejada en la hora H del día D en la playa de Omaha. Capa hizo más de 200 fotos pero sólo sobrevivieron 8 porque el hombre que las reveló, al ver lo que mostraban, se puso muy nervioso y muchas de ellas se estropearon, por eso la que véis se ve borrosa, pero así, muestra perfectamente lo que fue ese día.

Yo tengo mi propio desembarco en mi interior. Estoy luchando por sobrevivir, como ese soldado. Lucho por evitar las balas, las trampas, el fuego de mortero, las alambradas, las minas y, sobre todo, tengo que luchar por no ahogarme por el peso de mi mochila en mi propia playa de Omaha porque, como quien dice, yo también acabo de desembarcar.
©AC

miércoles, 5 de agosto de 2009

Tiempo libre.

Ahora que tengo tanto tiempo libre me estoy conociendo un poco más a mí misma (en plan metafísico, no me seáis malpensados) y, la verdad, estoy haciendo descubrimientos sorprendentes (y un tanto inquietantes).
©AC

martes, 4 de agosto de 2009

Una agradable sorpresa.

El primero de agosto de 2008 encontré en la revista de verano de El País una columna que se llamaba Me cago en mis viejos, firmaba Carlos Cay. Me encantó así que se convirtió en mi pequeño hobby del verano. Al acabar de leer la columna del día tenía ganas de tener el periódico del día siguiente para seguir. Hace unos días al ver el simbolito de la revista de verano de El País me pregunté si volvería a escribir y ser publicado. Hoy, al abrir el periódico he encontrado la sorpresa más agradable de lo que llevo de verano. Ahí estaba LA columna con su dibujo. Me cago en mis viejos II. He tardado tres días en descubrirlo porque no he tenido un ejemplar de El País en mis manos desde que me fuí a Jerez el 28. He descubierto que Me cago en mis viejos se publicó este invierno así que he entrado en la web de la Fnac para ver si lo tienen ahí para ir mañana mismo a por él y así poder tenerlo en papel (sí, soy una antigua, qué le vamos a hacer, pero a mí me gusta poder tocar el papel y oler el libro). Pero justo están remodelando la web, web que, por cierto, mañana inauguran con una fiesta a las 13'00 en la tienda de Callao a la que no iré porque: 1º Me sentiría demasiado friki, y 2º No me gusta sentirme como ganado (se puede invertir el orden ya que no alterará el resultado: mañana no iré), así que iré a por él cuando pueda estar a mi bola en mi pequeño santuario. El caso es que por fín podré tener el libro en mis manos y tirar las manoseadísimas páginas donde imprimí todas las columnas del año pasado, porque las fuí guardando en el ordenador (eso de recortar columnas en la playa a mitad de verano y volver a traérmelas a Madrid en la maleta era pedir demasiado). Además, así igual consigo que mi hermana lea Me cago en mis viejos de una vez, que hace un año ya que se lo dije. No vayáis a pensar que lo voy imprimiendo todo, sólo imprimo lo que me gusta de verdad, que hay que ser verde y no abusar del papel que, como dice mi padre, "No es más limpio quien más limpia sino el que menos ensucia". Pues eso. Que ya que lo han publicado habrá que comprarlo, que para eso han talado árboles. Ah, por cierto, bienvenido Carlos, da gusto tenerte de vuelta.
©AC