martes, 7 de septiembre de 2010

Un piano desafinado.

Te tengo delante, mirándome, sonriendo. Me miras y me dices con la mirada cosas que ahora mismo no puedo afrontar. Lo paso bien contigo. Contigo estoy tranquila, estoy cómoda, estoy contenta y risueña, pero cuando me miras así, no consigo, no puedo sostenerte la mirada. No soy capaz. No es porque no me guste la idea, porque alguna vez te he lanzado alguna mirada de socorro, no es por eso. No soy capaz porque me da miedo todo lo que veo en tus ojos. Me da miedo esa fe ciega que emanas en que no hay nada que pueda hacer que evite lo que los dos sabemos que pasará, que no hay nada que pueda hacer que esto vaya mal. Vamos por la calle caminando uno al lado del otro pero siempre sin tocarnos. Ahora que lo pienso, nunca nos tocamos más que para darnos los dos besos de saludo y los dos de despedida. Lo pasamos bien juntos, nos reímos mucho, nos llevamos bien, nos divertimos, nos entendemos, nos escribimos, nos llamamos, nos vamos a comer, a merendar, a cenar, de cañas... Cada vez nos vemos más, somos más "nos", pero durante esas miradas todo se vuelve tenso y el contacto físico, más todavía. Ninguno de los dos ha dado un paso por miedo a espantar al otro y, para qué engañarnos, porque sabemos que no estamos preparados para algo así. Para qué arriesgar lo que tenemos si puede acabar mal, al fin y al cabo, no se suele encontrar a mucha gente con la que te sientes bien y te entiendes tanto desde el primer momento.

Dime qué futuro tenemos si somos dos corazones remendados.

Dime qué ves en mí si sólo tengo un piano desafinado.
©AC

No hay comentarios:

Publicar un comentario