viernes, 2 de abril de 2010

Te sobreviví.

Desde el momento en el que tembló el suelo y se derrumbó el sueño que habíamos construido durante tantos meses me quedé en estado de shock. Primero me quedé entre las ruinas muy quieta, con los ojos cerrados muy apretados deseando despertar y que todo hubiera sido un sueño, como una niña pequeña que desea que la sombra que le da miedo desaparezca. Luego abrí los ojos y ví que era verdad, que estaba rodeada de ruinas, que tenía heridas graves de las que brotaba la sangre a borbotones entre los cascotes y el polvo, pero seguía esperando que vinieras a rescatarme y a curarme. Después ví que no venías, me dí cuenta ya medio desangrada. Tardé en reunir las fuerzas suficientes para salir de donde estaba y arrastrarme hasta una calle donde pudieran verme y ayudarme, pero resulta que una vez allí, todo edificio que me rodeara me daba pavor y me alejaba de él sin pensármelo dos veces por miedo a otro terremoto repentino que resultara devastador y, esta vez sí, lo destruyera todo y acabara conmigo. Como dice Sabina, mi corazón estaba cerrado por derribo. Ahora, tantísimo tiempo después, recibo el alta médica y voy acercándome a esos rascacielos, en algunos incluso me apetece entrar. Por fín puedo decir algo que creía que no podría decir nunca: te sobreviví.
©AC

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