sábado, 2 de enero de 2010

Demasiado fácil.

Al mirarme al espejo descubro en mi cuello la marca de tus labios que da fe de que realmente ocurrió lo que al levantar creía que había sido un sueño. Ahí están, esos puntos violetas en mi cuello blanco. Un señor chupetón. Y sonrío. Y me pongo roja. Y vuelvo a sonreír. Me quedo parada delante del espejo, cierro los ojos y voy recordando momento a momento todo lo vivido anoche. Estoy en una nube. No me lo puedo creer. No puede ser. Y me desdoblo, una vez más. Una parte de mí, feliz viendo que por fín se ha cumplido lo que soñaba; la otra, la militar, la que recuerda el daño que hace un corazón roto, explota la burbuja de la parte que se ve ya en el castillo con su príncipe azul.

- Ha sido demasiado fácil – dice. No me fío. ¿Dónde está la trampa?
- No seas aguafiestas. ¡Por fín! ¡Lo ha conseguido!
- No seas ilusa. No me fío. Te digo que ha sido demasiado fácil. Aquí hay gato encerrado.
- ¿Quieres dejar de ser tan paranoica y disfrutar del momento?
- No, no quiero volver a estar a punto de perderla. Siempre alerta, es mi forma de protegerla..., de protegerte, eres lo mejor de ella. Ella no es sin ti y no eres sin ella. No os voy a abandonar otra vez para volver a encontraros moribundas. Voy a convocar al consejo, no me fío. Ha sido demasiado fácil... Demasiado.
©AC

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